Si hay una flor que destaque por encima de las demás en Hammamet, esa es el jazmín. Perfuma y decora la ciudad tunecina en cada rincón y en cada calle. Es, sin duda, uno de los símbolos de Hammamet. De hecho, la parte meridional de esta, más moderna con lujosos resorts y zonas comerciales, ha tomado el nombre de Yasmine Hammamet.
Además de la decoración de las calles, esta flor también da vida económica a la ciudad a través de tiendas y mercadillos que ofrecen al visitante artesanías realizadas con jazmines o materia prima de estos.
Lo más curioso de todo es que el jazmín no es una flor autóctona de Hammamet, siquiera de Túnez. Lo es de Andalucía, en España, desde donde los tunecinos trajeron semillas hace siglos. Tuvieron que hacerlo a escondidas entre sus pertenencias ya que estaba prohibido sacarlas del país. Así, el jazmín y otras fuentes de expresión de Al-Andalus se plasmaron en Hammamet y en la arquitectura de esta.